Sale Tosar, pero poco.
Daniel Calparsoro, la historia de un chaval de barrio que se pone a trepar en la banda de un mafioso (que es Luis Tosar) y tiene un romance prohibido con la hija del mafioso. Flashes del Vietnam me recuerdan a la soporífera Hasta el cielo. Para más inri, la protagonizan Arón Piper y María Valverde, que son guapos a rabiar pero sus cualidades actorales no me harían ponerlos en un top-100. Pero como me viene incluida en el pase anual de Cinesa y no tengo planes mejores, me animo a ir a verla, a ver qué tal.
Y oye, ni tan mal. Aquí Calparsoro se marca una película muy al estilo de Scorsese, con una historia de gansgsters, con génesis, auge y caída del protagonista, donde los coches de alta gama, las drogas y las fiestas de culos y tetas muestran en la pantalla esa fantasía del pelotazo, que además se ambienta en un contexto muy adecuado para ello, como es la España de principios de siglo. La trama nos habla de Iván, un chaval de Vallecas que va trepando, de forma algo inverosímil, todo hay que decirlo, en una organización de blanqueo de capitales a gran escala, de esas que tocan todos los palos del poder y que cuando se desarticulan llenan portadas y portadas (no le falta a la película su moraleja-denuncia, recordándonos que por mucho que mole esa vida de lujo y pilinguis, el fraude es malo y hace que la gente de a pie viva peor).
La película, con sus peros, funciona bien y aunque la trama sea bien simple y el cerebro tenga que dar volteretas para creerse algunas de las cosas que pasan, es divertida y en ningún momento llega a hacerse cansada.
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