¿Por qué sigo viendo películas de Daniel Calparsoro?
Respondiendo a la pregunta del pie de foto, pues vi que salía Luis Tosar en el cartel y me vine arriba, puesto que además salía escudando a Miguel Herrán, que en general me parece buen actor, pero en esta película están ambos bastante desastrosos, siendo Carolina Yuste lo único salvable de este despropósito.
Porque esto es un despropósito que no hay por dónde coger. Empezando como lo que podría ser un spinoff de Elite, con Miguel Herrán haciendo otra vez de macarrilla callejero, se convierte en la clásica historia de delincuente callejero que va subiendo puestos en el escalafón, hasta convertirse en el amo del cotarro y poner en jaque a la policía (o mejor dicho al policía, que parece que solo haya uno en toda España y le encargan todos los casos a él). Una especie de Scarface del cine cani, heredero del cine quinqui, pero sin orden ni concierto, que más parece seguir la estructura de cualquier GTA, en el que entre misión y misión hay escenas cinemáticas que hacen avanzar la trama. Solo que a diferencia de esta película, las escenas de los videojuegos suelen mostrar una cierta coherencia orgánica, sin esa chapucera sensación de que las cosas pasan porque sí, y de que esto es un videoclip de dos horas en el que han metido tijera al guion para dejar solo las escenas de acción. Pero la tercera vez que dan el golpe perfecto y se montan el fiestón después de haber pasado cinco minutos en la cárcel, toda la tensión narrativa y el interés que pudieran provocar se han ido ya por el sumidero.
Lo peor es que Calparsoro hará más películas, y aunque me la coló con Plan de Fuga, El silencio de la Ciudad Blanca y, en menor medida, El aviso, volveré a picar. Porque soy así de masoquista.
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