martes, 13 de agosto de 2024

Crónicas Tedeneras 2024 (I)

¡TPK emocional!

Ya estamos a jueves. Son las 15:00 y yo estoy en la piscina más a gusto que una ameba en su líquido primordial, pero toca salir, pues a las 16:00 tenía partida. Me había jurado no volver a apuntarme a una partida de rol en vivo en esa franja pero era In the flesh, de mi amiga Montse, una partida que llevaba queriendo jugar desde 2013. No decepciona la partida sobre una terapia de grupo de ex-zombis que se han curado tras una epidemia y ahora son vistos como parias de la sociedad (podría parecerlo pero en absoluto es comedia).

Por la noche es el turno de Nexus Gaia, partida de ciencia ficción de Mariano, uno de los autores de la fabulosa Los no recordados que me maravilló en 2015. La partida no está mal del todo pero tampoco le encontré nada especialmente destacable. Sí tiene un inicio impactante, pero como me lo vi venir de lejos el impacto se diluyó bastante.

¿Y a dónde fui al terminar la partida? ¡De fiesta al bar del pueblo! (como todas las noches, así que me voy a ahorrar lo de decirlo cada vez).

El viernes por la mañana y relativamente fresco, pues no me emborraché demasiado, dinamizo una partida de El año tranquilo. Como de costumbre, acaba siendo de cachondeo, pero al menos consiguen aguantar hasta la mitad de la partida tomándoselo más o menos en serio. Por la tarde, por decisión propia, no me apunto a nada y me la paso entera en la piscina, descansando,  socializando y preparándome mentalmente para la partida de la noche. 

Llegaba la hora de la que para mí era LA partida de este año. El amor encuentra su sitio, versión libre de la cuasihomónima El amor en su lugar. Iba yo con mis nervios de novato, pues además de ser el primer pase y de que el drama es un terreno en el que me suelo mover menos (lo mío es la comedia) quería experimentar con mecánicas narrativas nuevas. La innovación es necesaria, pero a veces los experimentos llevan al desastre.

Pero el resultado fue mágico. Con los jugadores completamente entregados la partida salió fluida y cada pieza se puso donde se tenía que poner, para llegar a un final en el que ahí terminó todo el mundo (puede que hasta el director de juego un poco) con lagrimones en los ojos. Una verdadera delicia y una de las veces que más he disfrutado dirigiendo una partida de rol en vivo (que no han sido pocas).

El sábado y el domingo los dejo para otra entrada.

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