2007 ha sido un año convulso en lo personal, ya que se alejaron de mi vida 3 personas a las que tenía en una enorme estima. Una de ellas se alejó, en el sentido figurado y literal, yendo a vivir a otra ciudad, y a la que tuve que decir adiós, pero siendo consciente de que nunca la podré olvidar. Otra, se tuvo que marchar lejos, es ley de vida, aunque en este caso la distancia es meramente física, ya que sé que sigue estando ahí, y para según qúé cosas la distancia es un incordio pero nunca una barrera. La tercera persona decidió unilateralmente salir de mi vida, sin dar ninguna explicación, y aunque viva a media hora de mi casa es seguramente la que más lejos está de las 3. Ha sido un año convulso también porque me enamoré de la persona equivocada y fue un error cuyas consecuencias fueron dolorosas, pero por suerte todo se supera, y aunque tal vez no me faltaran motivos para hacerlo, no le guardo ningún rencor.
Pero bueno, no todo han sido cosas malas, ya que 2007 también me ha servido para conocer a muchísima gente interesante, y fortalecer lazos con quienes eran simples conocidos, y retomar el contacto con partes del pasado, siendo mi visita a Santa Pola uno de los momentos más emotivos del año.
Así pues, luces y sombras en lo personal. En cambio en lo profesional ha sido un año totalmente redondo.
Empezó la cosa un tanto torcida, ya que la recta final de mi maratón con las oposiciones empezaba a dejar síntomas de desgaste, y el batacazo llegaba con el suspenso (un 4,7) en el 2º examen de la Diputación, que caía como un cruel mazazo sobre mis ilusiones y aspiraciones, pero pronto llegaban las buenas noticias. Yo ya me veía que mi temporada como jornalero de ETT se iba a prolongar bastante, pero al de poco más de un mes la cosa cambiaba, y a la noticia de que mis impugnaciones habían prosperado y me daban por aprobado el examen, se unía una oferta de trabajo de Gobierno Vasco para trabajar un mes, y tras finalizar aquella llegaba la oferta de la vacante en Vitoria, también en Gobierno Vasco.
Y en octubre, cuando parecía que las cosas no podían ir mejor, llegaba al fin la tan ansiada llamada de la Diputación, con una jugosísima oferta de trabajo en Bilbao, que por difícil que parezca me costó aceptar, y con la que estoy ahora encantado.
Vamos, que en lo laboral, un año en el que todo ha salido a pedir de boca.
En otros ámbitos más ociosos de la vida, mis dos grandes aficiones; el baloncesto y las jornadas de rol (por llamarlas de alguna manera) se han portado bien. Huelgan los comentarios sobre la excepcional temporada del Bilbao Basket, y las jornadas, pues desde las desastrosas CLN de Alcalá hasta las gloriosas Tierra de Nadie en Málaga, suponen momentos de asueto y diversión en compañía de gente con la que me lo paso en grande, y donde cada vez más traspasan la barrera de conocido a amigo, y donde los juegos de rol no dejan de ser la excusa.
Y 2007 fue el año en el que cambié de coche.