No es ningún secreto que entre mis aficiones no está el fútbol, pero hubo un tiempo en el que sí. Seguía los resultados, veía partidos, me compraba semanalmente el Don Balón, etc.
Como hablamos de cosas de hace más de 30 años es complicado establecer una cronología detallada, pero antes voy a retroceder un poco más, a mi infancia. En ella el fútbol era inexistente, algo que estaba ahí pero a lo que no le hacía ni puñetero caso. Tanto es así que cuando en 1984 el Athletic de Bilbao ganó un título y la ciudad entró en una psicosis colectiva (como la de abril de este año), a mí me fue tan ajeno o tan irrelevante que guardo un total de cero recuerdos de aquello. El único recuerdo vago, vaguísimo, casi un Borbón, es de estar con mis padres por los bares de Santutxu, creo que el día de una final (no sé si esa u otra), que me vino alguien preguntando si quería qure ganara el Athletic o el Barcelona. Yo, que no sabía de qué me estaba hablando, respondí lo primero que me vino a la cabeza "Barcelona", y de lo que sí me acuerdo es del gesto de mis padres diciendo "corta, corta".
Creo que eso es bastante significativo de lo que significaba para mí el fútbol. En el patio de la escuela alguna vez jugaba (de defensa, eso sí, que era muy torpe), pero tengo el recuerdo de haber empezado ya tarde, hacia el final de la EGB.
Pero entonces llega 1994 y se juntan dos factores muy importantes: el mundial de Estados Unidos y el PCfútbol. Del primero tuve noticia por un suplemento que venía con el periódico que compraba mi padre, con un estilo muy ameno y unas fichas muy vistosas. Llamó mi atención y me fui familiarizando con los jugadores. Con el segundo, pasaba horas y horas en casa de mi amigo Aitor, haciendo equipos imposibles y ganando la liga con ellos.
Me empezaba a gustar el fútbol, así que tenía que hacerme de un equipo. Al principio, por inercia, sí que animaba al Athletic, por aquello de ser de mi ciudad, pero me fui desencantando por su política de fichajes (quien la quiera, que con su pan se la coma) y me busqué otro. Me hice del Betis, que por no saber no sabía ni de qué ciudad era, pero desde siempre me había hecho gracia eso de "viva er Betis manque pierda". De lo mío con el Betis, por cierto, hablé aquí.
En los años de la universidad fui relativamente aficionado, y de hecho recuerdo que me solía tragar los partidos de la selección. En Francia 98 y en Corea 2002 quedaba con amigos para ver fútbol y todo. En ese tiempo vi como el que era mi equipo, el Betis, tuvo sus altibajos. Pude verlos subir a primera, llegar a una vibrante final, bajar a segunda, volver a subir y ganar finalmente un título, la Copa del Rey en 2005. Fue gracioso estar viendo las semifinales en un bar de Pozas, siendo el único verdiblanco entre tanto rojiblanco (y mejor aún ganar).
Pero de fondo se estaba gestando el nacimiento y auge de otro club deportivo, del que ya he hablado en alguna ocasión por aquí, el Bilbao Basket, aunque de lo mío con el baloncesto ya hablé. No fue algo instantáneo y de hecho durante unos años ambas pasiones coexistieron, hasta que el fútbol se fue diluyendo hasta la indiferencia. Y en el caso del equipo de fútbol de Bilbao esa indiferencia se fue convirtiendo con el tiempo en reachazo frontal, por culpa de la saturación.
Sí que el fútbol tuvo un leve repunte en 2010, con la cosa del mundial, y me vi todos los partidos de España. Pero aquello fue una estrella fugaz, pues ya no volví a hacerle mucho caso y hoy es el día en el que no me veo capaz de tragarme un partido.
¿Me volverá la afición por este deporte? Las probabilidades son exageradamente bajas.
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