lunes, 31 de julio de 2023
Fin de semana, de mes y casi de curso
domingo, 30 de julio de 2023
Barbie
sábado, 29 de julio de 2023
Misión imposible: sentencia mortal - Parte 1
viernes, 28 de julio de 2023
Elemental
jueves, 27 de julio de 2023
Invasión Secreta
miércoles, 26 de julio de 2023
Ruby, aventuras de una kraken adolescente
martes, 25 de julio de 2023
Minifín de semana
lunes, 24 de julio de 2023
Euskalvisita
domingo, 23 de julio de 2023
Fin de semana lúdico-electoral
jueves, 20 de julio de 2023
Cosecha de F5 para estas TdN
miércoles, 19 de julio de 2023
Tributo a Ibáñez
martes, 18 de julio de 2023
Derrotada La sombra del Titán Loco
lunes, 17 de julio de 2023
Se vienen las preinscripciones
domingo, 16 de julio de 2023
El finde que nos dejó Ibáñez
sábado, 15 de julio de 2023
La cita de Schrödinger
viernes, 14 de julio de 2023
Vesper
jueves, 13 de julio de 2023
Assassin´s Creed IV: Black Flag
miércoles, 12 de julio de 2023
Tiburón Negro
martes, 11 de julio de 2023
Llegó el Lobo solitario
A finales de los 80 hubo un género literario que lo petó bastante, y eran los librojuegos. Tipo "Elige tu propia aventura", pero dentro de ellos los había con más sustancia y sus propios reglamentos, de resolución de acciones, que eran a su manera protomanuales de rol.
Dentro de ese género, una saga muy aclamada fue la Saga del Kai, de Joe Dever. O, como es popularmente conocida, "Lobo solitario", de la que leí uno o dos siendo niños, y recuerdo que me gustaron mucho.
Así, cuando salió en Verkami la posibilidad de adquirir la colección, en una edición bonita, con sus mapitas y demás mierdas, ahí que me lancé.
No son los 32 tomos existentes, solo la primera saga, pero sí que dijeron que si tenía éxito irían sacando los demás, y puede que ahí esté yo haciendo click.
Ayer por fin me llegaron los libros, y ya tienen su espacio asignado en mi librería.
lunes, 10 de julio de 2023
Reposo absoluto
domingo, 9 de julio de 2023
Otro caluroso fin de semana
jueves, 6 de julio de 2023
Vacaciones de verano
miércoles, 5 de julio de 2023
Pelusas
Hoy toca hablar de un juego que pese a su simpleza, o tal vez debido a ella, resulta completamente adictivo, y ofrece un factor pique con el que es difícil jugar una sola partida.
El juego consta de 110 cartas numeradas (13 de cada del 1 al 5 y 9 de cada del 6 al 10), y el objetivo es ser quien más puntos consiga al final de la partida. Para ello, se despliegan todas las cartas boca abajo en la mesa, haciendo un montón desordenado, que simulará el montón de pelusas. Entonces, el jugador inicial (literal: "el que tenga más pelusas debajo de la cama") da comienzo a su turno, y la secuencia es la siguiente.
Recoger pelusas: Si al empezar el turno conserva cartas de pelusa de su anterior turno, les da la vuelta y las añade a su reserva. Serán sus puntos de victoria y ya no se los podrán robar. Obviamente esto no ocurre en la primera ronda, ya que nadie tiene cartas del turno anterior, al no haber tenido tal turno anterior.
Buscar pelusas: Esta es la parte principal del juego. En ella, el jugador que tiene el turno va robando, de una en una, cartas de pelusa del montón central, poniéndolas boca arriba frente a sí, y agrupándolas por valores, para que se vea qué tiene y cuánto. Seguirá robando cartas hasta que pase o hasta que pierda el turno. ¿Y cómo se pierde el turno? Con las dos primeras cartas que robas cada turno no puedes perderlo, pero a partir de la tercera, si robas una que ya tenías, es cuando lo pierdes. Ejemplo: pongamos que tengo un 1, un 6 un 8. Robo carta y es un 7, no pasa nada, me lo quedo. Robo otra carta, es un 4, no pasa nada. Robo carta, es un 3 y no pasa nada, me lo quedo. Robo otra, es un 6, que ya lo tenía, así que pierdo TODAS mis cartas del turno, que se van a descartes y ya no vuelven.
Así explicado, recordará mucho al Blackjack, pero entonces es cuando entra el factor puteo, que lo hace tan divertido. Como expliqué, las cartas que vamos robando, las dejamos visibles delante de nosotros, para que las vean los demás jugadores. ¿Y por qué? Pues porque si alguien en su turno saca una carta y hay otras cartas con ese número delante de los demás jugadores, puede robarlas todas. Y como tiene que aguantar una ronda entera con ellas delante, no es raro que haya múltiples robos, y cartas cambiando muchas veces de manos. Además, esto hará que se vayan acumulando varias cartas iguales (si saco un 8 y robo dos ochos, tendré tres ochos, de manera que si otro jugador en su turno saca un 8, se quedará con todas).
Y este es el juego. Con una duración aproximada de 20 minutos y la posibilidad de jugar de 2 a 6 jugadores, Pelusas es un juego perfecto para matar esos ratos muertos, y posiblemente también para matar amistades.