martes, 12 de julio de 2022

20 años licenciado

Como dijo Gardel, eso no es nada.

No recuerdo el día exacto, puede que fuera hoy, mañana o hace tres semanas. Pero el caso es que se cumplen nada menos que 20 años desde que terminara la carrera de Derecho, esa que me permitió ser abogado y posteriormente ex-abogado (de lo que en 2 semanas habrán pasado ya dos semanas).

La carrera, ya lo he comentado más de una vez por aquí, me costó. Sobre todo hasta que hacia 4º ya me la empecé a tomar un poco en serio y estudiar en condiciones (si bien no siempre iba por la vía legal), pero al ir arrastrando asignaturas me planté en 5º con nada menos que 27. Y si bien pude sacar un montón, ese año no llegué a terminar la carrera, y estuve un año con 5 asignaturas (3 y 2) a la par que estudiaba euskera.

Realmente de las 5, la única difícil era Procesal Penal, un hueso duro de roer y un profesor que se jactaba de no hacer concesiones (su frase de presentación el primer día de clase fue "si alguien repite curso por mi asignatura, no le voy a aprobar"), pero con mucho estudio la saqué adelante.

Más guerra me dio la asignatura Filosofía del Derecho, que se me atragantó terriblemente y no conseguí aprobar. Por suerte esta profesora (las leyes la tengan en un altar) fue bastante comprensiva, y cuando le dije que era el último examen que me quedaba para aprobar la carrera, y que además había suspendido por poco (creo que fue un 4) me dejó evitar septiembre haciendo un trabajo sobre El Banquete, de Platón, no demasiado exigente (un claro caso de "te apruebo por la jeta, pero cubriendo un poco las apariencias", vaya).

Sin embargo, aún quedaba un único escollo: el examen de licenciatura. No sé cómo va ahora, con el tema de los TFG y tal, pero entonces, para que el título fuera válido había que enfrentarse a un examen en el que nos podían preguntar cosas de TODA la carrera, en una suerte de selectividad postuniversitaria, con la salvedad de que aquel examen, y lo sabíamos todos, era un paripé hecho para cubrir las apariencias, y aunque nunca faltaban las leyendas urbanas de ese alumno que suspende cada año (ya tiene que ser torpe el pobre), la realidad es que si a las 13:00 entregábamos el examen, a las 19:00 ya estaban las notas puestas y, para sorpresa de Pikachu, todos con el título en la mano. 

Y luego recuerdo que nos fuimos de fiesta, nuestra última fiesta universitaria, ya como oficialmente ex-universitarios. 

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