martes, 28 de marzo de 2023

65

La portada tiene un cierto aire a película de videoclub.

Pocas veces una película dispara alertas tan sinceras como esta. Parecía que iba a ser una porquería, las críticas avisaban de que era una porquería y, en efecto, era una porquería. Con un argumento de serie B y una estructura más de videojuego que otra cosa, que solo a los muy fanáticos de los dinosaurios o de Adam Driver (¿Adam, por qué te haces esto?) les puede resultar medianamente interesante, puesto que no es ni mínimamente entretenida.

Esto va de que hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, un astronauta tiene que embarcarse en una misión de dos años para que le suban el sueldo y poder pagar el tratamiento médico de su hija (otra película que nos habríamos ahorrado si esa avanzada civilización hubiera tenido sanidad pública) y en su misión, unos meteoritos hacen que la nave se estrelle, precisamente en la tierra del 65.000.000 antes de Cristo, justo, justo, justo, el día de los meteoritos.

De la tripulación mueren todos, menos una niña, que para más inri no habla inglés (Driver sí, pese a ser un alien perfectamente antropomórfico de hace millones de años) y la película se convierte en un absurdo correquetepillo con tiros y dinosaurios, con más pinta de videojuego que de película, en la que adornan las escenas con música muy épica (la música tenía su pase, todo hay que decirlo) para tapar lo infame que es, un poco como si alguien intentase embadurnar de ketchup la comida pasada.

Y así transcurre la película, entre insulto e insulto a la etología reptil, hasta que llegan a la cápsula de salvamento, que convenientemente estaba a horas de donde habían aterrizado ellos, a la distancia exacta para que lleguen justo antes de que el planeta explote y puedan librarse de la extinción masiva.

A evitar.

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