martes, 29 de agosto de 2023

Mi soledad tiene alas

Bonnie&Clyde de extrarradio.

Mario Casas se lanza al mundo de la dirección, demostrando que tiene el mismo dominio del lenguaje cinematográfico que del verbal, pues por momentos era difícil saber lo que estaba contando. 

[RISAS ENLATADAS]

Hecho el chascarrillo, la verdad es que aunque a veces sí peca de eso que señalo arriba, y que a veces no terminaba de hacer bien transiciones entre escenas, y que a veces no quedaba muy claro a dónde quería llegar, no es ni mucho menos lo que más destaca de la película, pero me apetecía hacer la coña. Lo cierto es que la película, sin ser redonda, se puede ver.

Nos cuenta la historia de Dan, un chaval de barrio con alma de artista (interpretada por Óscar Casas, que a pesar de lo cinematográfico de su apellido está lejos del nivel de su hermano Mario) y Vio, amiga suya de toda la vida. Se ganan la vida más o menos como pueden, con trabajillos, algún que otro palo y, lo que mueve la trama, un atraco que se tuerce y hace que todo el mundo se les desvanezca, pasando de ser una suerte de Historias del Kronen de la generación Z a una (previsible) historia de amor entre fugitivos. 

Me gusta de la película que se nota que le han querido poner mimo, y si bien el resultado no me fascina, ofrece escenas interesantes, y en concreto hay una hacia el final, que logra ser bastante tensa. Se nota que es la película que al director le apetecía hacer, y que para protagonizarla puso a una versión joven de sí mismo (esto a veces era un poco desconcertante, porque a veces se parecía mucho a él y otras menos), pero Óscar Casas resulta ser un actor extremadamente limitado, y es en todo momento eclipsado por el resto de compoentes del reparto. Pero, como vimos con el propio Mario Casas, nada que no pueda solucionar en el futuro, con más experiencia. Que no desespere.

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