sábado, 15 de julio de 2023

La cita de Schrödinger

La usuaria en cuestión.

Hacía mucho que no contaba batallitas laborales por aquí, pero esta de ayer goza de la entidad suficiente como para tener entrada propia en el blog. 

Cuando en mayo de 2020 se reanudó la atención al público se implantó el sistema de cita previa obligatoria, que aún pervive, y que tiene pinta de que llegó para quedarse. A mí personalmente no me gusta, pero es lo que hay. Además, salvo raras excepciones, siempre atendemos al que viene sin ella, si bien les pedimos que para sucesivas veces vengan con la cita pedira, o nos descuadran.

Hay gente que hace caso, otros se hacen los tontos, y luego están los que juegan a pedir cita y venir un poco cuando les da la gana.

Es el caso de la usuaria que nos ocupa, a la que a los efectos de este blog, llamaremos Marijeta, que viene a las 13:00 a mi mesa, aprovechando que se acababa de levantar el usuario anterior, y me enseña el papelito numerado (cuando vas con cita previa, introduces en la máquina tu DNI y te da el papel, para que sepas a qué mesa ir). 

Le pregunto qué número tiene, porque yo aún no había dado al botón de llamar, y me dice uno (por decir, que yo no me acuerdo, "el 182"). Lo miro en Qflow (la aplicación de gestión de números y citas), y resulta que ese número tiene asignada la mesa 1 (la mía es la 2). Informada la compañera de la mesa 1, nos dice que ese número es de otro usuario, al que está atendiendo.

Le pregunto de nuevo a Marijeta si tiene cita, y me dice dice que sí. Qflow opina una cosa distinta, y así se le manifiesta a Marijeta, quien confiesa que tenía cita... a las 10:00.  A las 10. No estamos hablando de que se le hubiera pasado por 10-15 minutos, no, sino que venía 3 horas más tarde, cosa que además es su modis operandi habitual (es de las que piden una cita literalmente diaria, para poder venir cuando le apetezca, que le tenemos cogida la matrícula), de modo que le respondo que eso es no tener cita, y que además no es la primera vez que lo hace, haciéndole notar que esa actitud es una falta de respeto al tiempo y trabajo ajenos, con lo que Marijeta, viendo que no ha colado, se hace pequeñita y se marcha haciendo la croqueta.

Porque lo grave no es que tuviera una cita y viniera 3 horas más tarde, como tampoco lo es el que haga eso de forma habitual. Lo verdaderamente sangrante fue que intentara engañarnos a la cara, cogiendo el papelito con el número de un usuario que ya estaba siendo atendido, para echarle todo el morro del mundo y decir que era su número y se nos había pasado.

¿Volverá el lunes, o estará una temporada yendo a llevar papeles a otros sitios, hasta que se enfríe el tema?

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