Sin relación alguna con la final de Salónica, pero sin terminar de desprenderme de cosas relacionadas con Grecia estuvo el plan de ayer, que consistía en ir primero al karaoke y luego al restaurante griego.
Nos fuimos a uno que hay en la calle Elcano, al que había ido ya unas cuántas veces en el pasado, que es de los de reservar una sala y cantar solo el grupo que estéis. Allí pude dar voz a clásicos del karaoke, como Dos hombres y un destino o Amante bandido y atreverme con Elvis (Always on my mind) o The Killers (Mr. Brightside), pero como por suerte canto mucho mejor de lo que bailo (tampoco es muy difícil, probablemente practico operaciones de neurocirugía mejor de lo que bailo) ningún tímpano salió herido.
Luego nos fuimos al Kali Orexi, que no es mi sitio favorito en cuanto a comida, pero el trato es maravilloso y el camarero nos traía comida y adivinanzas, todo ello con mucho humor.
Después a tomarnos una en el Grafit, arreglar el mundo y para casa, que ya eran horas.
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