¿Quién me iba a decir a mí que esto era comestible?
Entre las cosas que se supone que se comen pero a mí me dan repelús están las pasas. Esto que para mí son uvas podridas y que si aparecen en un postre lo arruinan, pero que paradójicamente han pasado a tener un hueco en mi cocina.
Me fijé en que muchas de las salsas de los restaurantes indios usan este ingrediente y si la cebolla, que la odio, es titular en mis guisados, nada perdía por intentarlo.
Así, me puse la bata de científico loco y puse en aceite 5-6 dientes de ajo a freír. Cuando empezaban a oler rico eché medio litro de leche, un manojo considerable de pasas, un chorrito de ketchup (suena terrible, lo sé, pero para hacer salsa de curry va cojonudo, lo prometo), una cucharada sopera de curry, una pizca de sal y a darle con la batidora. Cocí en la salsa un preparado de setas, unas albóndigas y ale-hop, ya tenía otro plato delicioso.
La cocina, como la política, hace extraños compañeros de cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario