Más poderosos que la pluma y la espada.
Hace tiempo hablé de Steam, y de cómo habían conseguido erradicar, al menos en mi caso, la piratería de videojuegos. El secreto, atacar a los puntos débiles: la pereza y la sensación de estar pagando poco, casi nada. Los micropagos, la fórmula de oro del siglo XXI.
Pues bien, ahora (lo de "ahora" es un decir, la cosa tiene ya un par de meses) se han descolgado con otra genialidad, que son los cromos Steam, cromos que te regala al comprar juegos, o simplemente por jugarlos, y de los que se permite la transacción. Los puedes cambiar, los puedes vender, los puedes comprar... y Steam se lleva una pequeña comisión de cada transacción. Es decir, yo gano un cromo, lo pongo a la venta, y Steam se lleva una pequeña parte. ¿Cómo va el tema? Yo decido cuánto quiero cobrar, o cuánto quiero que pague el comprador, y Steam calcula el resto. Y son operaciones muy pequeñitas (estamos hablando de que vendo un cromo por 7 céntimos para que otro lo compre por 9, y cosas así), con lo que Steam realmente gana un par de céntimos con cada operación.
Ahora multipliquemos esto por el enorme tráfico de compraventa de cromos, y hablamos de millones de dólares. "Os regalo cosas para que os las vendáis entre vosotros y yo gane dinero con ello". Además, los precios pueden fluctuar en función de la oferta y la demanda, y lo que hoy vale 3, mañana puede pagar 4, lo que anima a algunos a comprar cromos "por si suben de precio" (opá, burbuja style!), y como son unos pocos céntimos...
Lo dicho, los putos amos.
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