miércoles, 7 de agosto de 2019

Crónicas Tedeneras - 2019 edition (2)

Si Vampiro: La mascarada es rol gótico, esto es rol barroco.

Seguimos con esto de contar qué pasó en las jornadas:

Sábado

Toca, con dolor, madrugar, porque tenía que dirigir. 2084, en una partida que termina con los personajes sometidos a un trámite de audiencia (eufemismo de 2084, y no es agradable), y como la partida es corta, me voy a la piscina. Simultáneamente se dirigen mis vivos Bob Esponja y Grease, por parte de los directores sustitutos. 

A la tarde me toca dirigir rol en vivo, y me pongo en la piel de Michael Curtiz, pues Casablanca vuelve al CEULAJ, un sitio idea donde dirigir esa partida, ya que el espacio con dos pisos y piano es ideal para simular el Rick´s y jugar esa partida, lo que unido a los disfraces sirve para emular la atmósfera de la partida.

Por la noche juego otro rol en vivo, Xperience, ambientado en el mundo de Westworld, donde soy un niño rico con problemas de odio hacia su familia, sometido a una cruel terapia por parte de un psicólogo perturbado. La partida la disfruto como un gorrino, pero se me hace demasiado rápida, tanto que cuando parecía que empezaba... se terminó.

Después de eso, para no variar, a por unas copichuelas al Pepe´s.

Domingo

Esto ya se está terminando, pero aún hay mucho rol que dar. Nuevamente una de 2084 por la mañana, piscinazo y a preparar la partida a la que más ganas le tenía de estas jornadas, esa gamberrada que es el rol en vivo Pínteme usted esas meninas.

Tenía mis dudas sobre cómo iba a salir, pero pese a alguna gamba que se me cuela al escribir, funciona muy bien y los jugadores (que son realmente quienes tienen el mérito) me regalan una comedia maravillosa, que me arranca no pocos ataques de risa. Y el tema visual, creo que la foto lo define. 

Para terminar, una partida de rol de mesa, la peliculera Mentes en blanco, con el sistema Hitos, y de ahí al Pepe John´s, donde por fin puedo salir de fiesta sin el freno de mano echado, y cosa que es poco habitual en mí, estoy hasta que cierran el bar y vuelvo a dormir ya de día, tras desayunar unos churros en alegre compañía.

Las TdN son eso a lo que todos los años dedico dinero, tiempo y esfuerzo, pero cada euro invertido, cada tecla pulsada, cada hora de sueño perdida y cada kilómetro viajado merecen la pena por la experiencia de vivir 4 días en un oasis de despreocupación y absoluta felicidad.

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