sábado, 23 de marzo de 2024

La familia Benetón

Con Leo Harlem haciendo de Leo Harlem.

El cine cuñao de Leo Harlem es casi un subgénero en sí mismo. En estas películas siempre da vida a un gañán de mediana edad, con un punto jeta, prejuicioso y metepatas, pero de buen corazón, que se enfrenta a una situación que le es extraña y donde siempre la lía, pero poco a poco va evolucionando y aprendiendo a ser mejor persona. Entonces algo malo que hizo a principio de la película sale a la luz, decepciona a las personas que le importan, las cuales han ido confiando en él, y se va todo al carajo. Pero entonces, con el poder del amor y el buenrollismo, hace algo para arreglarlo y todo termina bien.

Con este esquema acabo de destripar toda la filmografía de Leo Harlem, pero es cierto que incluso denteo de ese contexto, las tiene mejores y las tiene peores. Todas con su dosis de caspa, vergüenza ajena y ternura, pero algunas son más ingeniosas y tienen más gracia que otras. Y en el caso de esta Familia Benetón, hasta para los baremos en los que se mueve puntúa bajo.

Toni es un hombre que odia a los niños (otro tropo recurrente de las películas de Harlem, por cierto), y por circunstancias de la vida se ve obligado a hacerse cargo de sus sobrinos, cada uno de una raza distinta, que entre ellos se llevan maravillosamente bien, pero que con él no conectan. Resuelvan panel, que ya saben cómo termina esto.

El resultado el previsible, pero el desarrollo muy cutre, el guion vago y los personajes poco desarrollados (insisto, incluso dentro de lo que se le exige) y muchos chistes metidos con calzador. 

Ahora, ¿me aburrí viéndola? No especialmente, ya que si una cosa buena tienen estas películas es que se ven fácil, y además, aunque quedaba totalmente forzado y pegote, el inevitable final emotivo consigue ser tierno y le da una disfrutable dosis de sonrisas, que es lo que se busca aquí. Será que me he vuelto un moñas.

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