A la lista de versiones live action de películas de animación, ahora se une Cars.
Toda crítica que le haga a esta película va acompañada del siguiente aviso: no soporto la Fórmula 1, es un espectáculo que me resulta tedioso y tan emocionante como mirar la autopista. No soy su público objetivo y ni siquiera tenía pensado verla. Si fui es solo porque no tenía nada mejor que hacer ayer y me sale gratis porque tengo el pase de Cinesa.
Dicho eso. ¿Me ha gustado? Me ha entretenido, que no es poco. Había momentos que sí se me hacían un poco pesados, sobre todo en las carreras, pero se deja ver, aunque las escenas supuestamente emocionantes me dejaban completamente frío.
Siguiendo muchos de los esquemas de las películas de deporte, nos cuenta la historia de una ex-estrella (Brad Pitt) que aterriza en el equipo de su antiguo amigo (Bardem), un equipo perdedor y a punto de desaparecer, pese que luego resulta que son todos la hostia. Y ahí tiene roces con la estrella actual del equipo: un novato con el talento, pero que choca con el protagonista.
Con la llegada del prota, como no puede ser de otra manera, las cosas empiezan a ir mejor. Entonces casi ganan, se tuerce todo, pero como es el prota se enderezan y todo termina con alegría y fuegos artificiales.
¿Es mala? No, pero para mí no era.
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