miércoles, 17 de noviembre de 2010

El ser de las nieves

Saluden a la cosa del fregadero.

Mi congelador debe de ser enemigo de Batman, porque es obvio que es familia de Mr. Frío, a juzgar por la capacida de hielo que genera, y que de vez en cuándo tengo que limpiar, no sin esfuerzo, pues se juntan unos tronchos de hielo a los que no puedo definir con otra palabra que no sean espectaculares (bueno, podría, pero así queda bien el recurso literario)

Todo empieza cuando abres el congelador y ves que tiene mucho hielo. Quitas un poco y le coges el gusto. Das unos golpecitos y caen trozosde hielo. Luego te emocionas, y para cuando te das cuenta ya llevas media hora arrodillado ante el congelador, vaciando 3 cubos de hielo.

Doy mi más sincero agradecimiento a la gruesa manopla que ha evitado el congelamiento de mis dedos, y a los utensilios de cocina por permitirme llegar a los rincones más recónditos e íntimos del congelador. Y por momentos doy las gracias a la madre del que fabricó ese congelador, por no haber tenido más hijos.

Tras un buen trecho, los líderes de la resistencia del hielo se van desmoronando. Los trozos más gordos, de varios centímetros de grosor van cayendo, y los pequeñines se van desmoralizando y caen pasto de la bayeta.

Finalmente, reúno los trozos de hielo en la fregadera, y tras entonar una despedida ritual, abro el grifo y dejo que el purificador chorro de agua caliente haga su trabajo.

Hasta la siguiente limpieza de congelador.

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