miércoles, 20 de febrero de 2013

La Jungla 5

 
Un mal día para ir al cine. 

No diré que me decepcionó, pues ya tenía el pálpito de que la 5ª entrega de las aventuras de John McLane iba a ser mucho peor que las anteriores. La 4ª, pese a que se salía un poco del esquema de la saga (héroe encerrado en edificio, héroe encerrado en aeropuerto, héroe encerrado en Nueva York), tenía sus puntos molones y sus frases con gancho. Pero la 5ª, aunque tiene alguna escena pasable, no llega al nivel de ninguna de las anteriores, y las escenas fantasmada llegan a ser ya excesivas. Le salva que McLane es mucho McLane, y que ya le hemos cogido cariño al personaje. Pero nos ofrecen una película completamente prescindible.

La absurda trama nos plantea al detective McLane, que no ha tenido noticias de su hijo en años, y le dicen que está en Moscú, detenido por algo que tiene relación con un peligroso terrorista internacional. Así que se va a Rusia, se coge un taxi (nos refleja con bastante acierto uno de los dramas de la capital rusa: el tráfico) y prácticamente se encuentra a su hijo por la calle. Pues por todos es sabido que Moscú tiene las dimensiones de Elantxobe Sur, y es la típica ciudad en la que todos se conocen.

Esto nos conduce a la típica Buddy Movie en la que el hijo malote, que es un superagente de la CIA no traga a su padre al principio y se niega a llamarle "papá" (¿alguien duda de cómo le llamará al final de la película) y tienen que enfrentarse a los malos y (sic) inflarlos a hostias. No sin que antes McLane juegue un poco en vivo al GTA: Moscú.

Al desarrollo de la película ayuda que los malos, como no puede ser de otra forma en una película de estas características, disponen de múltiples medios, armas a tutiplén, contactos, dinero y un cierto retraso mental, pues de otra forma no se explica algunas de sus grandes genialidades a lo largo de la película.

Unos cuántos disparos y alguna que otra revelación de la trama más tarde, la acción se traslada a Chernobil (que no Grenoble) y allí la trama vuelve a girar, de forma un poco absurda (si el malo tenía tantas influencias para hacer todo eso, no entiendo qué le impedía salir de la cárcel por sus propios medios) y llega la trifulca final, con tiros, explosiones y muchos tortazos, con McLane padre y McLane hijo matando malos a troche y moche.

Y de regalo, una rusa jamelga, que siempre ayuda al desarrollo de la trama. Puede parecer que la escena en la que se quita la ropa y se queda en ropa interior es un mero artificio gratuito para captar la atención de parte del público, pero si se estudia la trama detenidamente, el ojo atento que capte los sutiles detalles verá ligeros matices que permiten vislumbr... bah, al cuerno: tetas.

 Бусцо а Йацкс

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