martes, 17 de septiembre de 2013

La gran familia española

Aquí no se pierde Chencho. 

Daniel Sánchez Arévalo, director que me encantó con Azuloscurocasinegro, Gordos y sobre todo Primos, era el gran reclamo de esta película, que aunque tiene cosas muy buenas, me ha resultado un poco decepcionante, pues tiene muchos altibajos.

Una boda, que se celebra el mismo día que la final del mundial de fútbol de 2010 (ese que ganó España) es el telón de fondo de esta película, cuya acción se desarrolla en la finca solariega donde se crió esta familia de bíblicos nombres. Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín son los cinco hermanos, y es el más joven, Efraím, el que se casa. Y durante la boda saldrán muchos de los trapos sucios de esta familia en teoría tan bien avenida, en una especie de dramedia, en la que las que golpes cómicos salpican una trama seria, y de fondo tenemos el partido de fútbol (por si algún despistado no se enteró, ganó España 1-0 en la prórroga, espero no haber hecho ningún spoiler) que, como es de esperar, capta la atención de muchos personajes.

La película tiene mimbres de calidad, pero también tiene muchos puntos oscuros. El momento videoclip que se marcan en la ceremonia nupcial creo que sobra por completo, y tampoco está muy bien lograda la sensación de que todo pase durante los 120 minutos que duró el partido de fútbol. Demasiadas cosas en tan poco tiempo. También da la impresión de que muchas de las tramas las dejan tan abiertas que se quedan colgando, y por terminar de poner pegas, la forma de hablar de la novia, era mazo insoportable.

De actores, bien Quim Gutiérrez, bien Verónica Echegui, bien Miquel Fernández y la grata sorpresa de Patrick Criado como Efraín. Antonio de la Torre, en cambio, hace un papel correcto pero discreto para el que es, en mi opinión, uno de los mejores actores españoles. Como también queda completamente infrautilizado otro de mis actores favoritos, Raúl Arévalo, en un insulso cameo como camarero torpe, que no aporta absolutamente nada.

Lo bueno, las partes tiernas, que consiguen emocionar. Lo malo, las partes "¿qué cojones?" (del inglés "what the fuck?"), encabezadas por la escena del anuncio de Vodafone y la a veces excesiva psicodelia argumental.

Aprueba el examen, pero esperaba mucho más de ella.

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