Falta Mercurio.
Cuando una película viene precedida de tanta expectación, el riesgo de llevarse un chasco es elevado, y uno va con cierto miedo al cine. Además, cuando se trata de adaptaciones de cómics o novelas, siempre está esa cosa de pensar "ay, a ver qué me lían". Pero ese miedo ya lo pasé con X-Men First Class, que pese a mis reticencias inciales me encantó, e iba con la mente abierta a ver Días del futuro pasado. Eso significa que aquí corría el riesgo de que me decepcionara.
Pues no, la verdad es que salgo encantado del cine con una de las que para mí es una de las mejores películas sobre superhéroes que se hayan hecho, divertida, con carisma y la esencia de lo que a mí me gustaba de los cómics de la Patrulla-X.
Es cierto que tiene agujeros gordísimos de guión (que tampoco sé hasta qué punto son de la película y hasta qué punto del cómic en que se basa, que no he tenido ocasión de leer), pero bueno, también hay que hacer un acto de fe y obviarlo en aras a la diversión.
De lo que más me ha gustado, el personaje de Mercurio, que es muy divertido y lo dosifican lo suficiente como para no convertir la película en el Show de Pietro Maximoff (¡y no Peter!), y que no he encontrado excesivas licencias sobre los cómics (sé que las tiene, pero al no haber leído ese cómic, las desconozco). Si acaso lo de los centinelas, que son mucho más canijos que lo que son en el cómic, pero bueno, molan igual. Y tal vez lo que menos, que era incapaz de tomarme en serio a Stryker, pues no podía sino ver al Stiffler de American Pie (aunque sorprendentemente, no es el mismo actor).
Ahora, a esperar a la siguiente película, cuyo antagonista nos presentan aquí, después de los créditos.
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