martes, 6 de diciembre de 2016

Igelak (ranas)

El cartel parece un poco de videojuego.

Pocas veces tengo la oportunidad de ver una película en euskera en el cine, y es de agradecer que, como sucede con Igelak, resulte ser cine de calidad, con una fotografía curiosa y una interesante banda sonora.

En un escenario que podríamos definir como neodickensiano (con una estética a veces bastante peculiar), el argumento de la película tira de cliché: un banquero sin escrúpulos, perseguido por la Justicia, se ve obligado a inventarse una falsa identidad y hacerse pasar por un mendigo, acabando metido de patas en una casa okupa de activistas antisistema, que hasta hace 4 días eran sus enemigos. Esto dará lugar a algunas situaciones de enredo y malos entendidos en las que Gorka Otxoa se mueve como pez en el agua, creando un personaje entrañable, como tan bien sabe hacer. Y al final... bueno, el final no es que vaya a revolucionar el cine, pero tiene su giro, y me gusta cómo lo resuelven. Tiene mucho de sota-caballo-rey, pero bien jugados.

El título de la obra, que es también lo que mueve la historia (en mi opinión falla de explicarlo demasiado, que tanto no hacía falta) es la fábula del escorpión y la rana, esa en la que el escorpión pide a una rana que le lleve al otro lado del río, la rana se niega, pues teme que el escorpión vaya a picarla, éste la convence argumentando que si la pica morirán ambos, y cuando por fin la rana accede, el escorpión lanza su aguijón y antes de morir dice "lo siento, es mi naturaleza". En esta nada disimulada alegoría los escorpiones son el sistema bancario y las ranas los pobres curritos o ya no curritos que se comen las consecuencias de la crisis.

No es ya muy original hacer una película sobre la crisis bancaria, pero sí me gustó la escena en la que el protagonista explica la explosión financiera que da pie a la misma usando como símil los porros de hachís. 

A esto le sumamos una banda sonora con buenos temas de Gatibu, Doctor Deseo o Ruper Ordorika y tenemos una película muy aceptable y con momentos muy divertidos. Aunque, y aquí ojalá me equivoque, me temo que pasará muy desapercibida.

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