viernes, 1 de junio de 2018

El dermatólogo-lingüista

Con esto comenzaba todo

El maravilloso mundo de Internet tiene que a veces acabas metido en grupos de discusión de lo más variopinto, y en el caso que nos ocupa me refereriré al de "Los viejos roleros nunca mueren", grupo que muchas veces ha sido llamado "el Forocoches del rol", en atención a la colección de cazurros que lo pueblan a veces.

Una palabra muy empleada en dicho grupo es "pielfina", para referirse a alguien que no soporta las críticas, y padece de esto que llaman "pielfinismo". Esto, que no es otra cosa que quejarse de "lo políticamente correcto", no es otra cosa que pretender que uno pueda decir lo que quiera, pero ojo, sin recibir respuesta a cambio.

Al tema, que me descentro. Publicaba un sabio ponente de este grupo la imagen, acompañada de un texto de mediocre ortografía "Adivinad por que lo pongo aquí?", y ante las primeras críticas a su ortografía, ha empezado a lloriquear, haciendo gala de ese pielfinismo que criticaba en su hilo. 

Él ya había hecho el ridículo, pero seguía como gato panza arriba, quejándose de que nadie le hubiera dado motivos de por qué tiene que escribir correctamente... y ahí ha empezado la fiesta.

Con el ánimo de aporrear un poco el avispero, lo reconozco, le he escrito "No creo que a estas alturas (con la EGB terminada) haga falta defender la conveniencia de escribir correctamente.", y ha comenzado a exigir fogósamente que le explicara por qué. Y cuando ha visto que yo no estaba por la labor de suplir las carencias que debieron suplirle en el colegio, se ha enfundado su toga y su birrete, ofreciéndome esta valiosa lección de sabiduría:

¡Que alguien le dé un premio Cervantes!

Ah, que él no tiene que dedicar tiempo a escribir correctamente pero espera que yo dedique tiempo a explicarle cosas tan evidentes. Comprendo. Pero no acaba aquí el choteo, ya que cuando me pregunta si escribo acentos en Internet (pregunta retórica, pues mis mensajes los tenía delante), me regala esta joya que merecería estudiarse en todas las facultades de filología:

¡Un maestro!

Esas "manías" que se me pasarán, según él, con la edad (no sé, igual se refiere a cuando padezca algún tipo de demencia neurodegenerativa) eran cosas como abrir las oraciones interrogativas con "¿", las tildes y todo eso que al pobre le deben de suponer un esfuerzo superlativo.

Y como el esfuerzo a mí me lo suponía seguir leyendo memeces, ahí le he dejado ladrando sólo.

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