martes, 12 de junio de 2018

Terminé Futurama

Los mejores repartidores del Siglo XXXI.

Hoy toca comentar una serie que no es precisamente nueva. Empezó hace 19 años y terminó hace 5 (tras sufrir sus cancelaciones y sus regresos), y aunque la vi cuando la empezó a emitir Antena 3 allá por 1999 (anda si no ha llovido), ha sido esta semana que me he puesto a ver la última temporada, que la tenía pendiente. Y... esperad, se me ha metido algo en el ojo.

Es raro presentar a estas alturas una serie tan conocida, así que seré breve: Fry es un repartidor de pizzas que accidentalmente (¿seguro?) es congelado la nochevieja del 31 de diciembre de 1999 y despierta mil años más tarde, para vivir el 4º milenio y todos sus avances. Ahí conoce a lo que serán sus compañeros de trabajo y sus más íntimos amigos (o más que eso); Leela, una alienígena (claro, claro, "alienígena") con un solo ojo y experta en artes marciales y Bender, un robot borracho, jugador, pendenciero, homicida, corrupto... pero a la vez entrañable. A eso le sumamos toda una colección de secundarios de lujo (Zapp Brannigan es un hito de la historia de la ciencia-ficción) y ya tenemos servido el cocktail.

Siendo de Matt Groening, al principio muchos pensábamos que iba a ser "Los Simpson en el futuro", un poco como lo que los Jetsons era a los Picapiedra, pero la serie no tardó en adquirir rápidamente personalidad propia y su propio sentido del humor, con miles de referencias y sobre todo, lo que hace amar esta serie, muchos momentos emotivos, en los que directamente busca atacar a las glándulas lacrimales del espectador. Así, capítulos como el de la suerte del Frylandés, o el del perro de Fry humedecen las córneas del espectador más aguerrido, y algunas forman ya parte del imaginario colectivo. ¿A quién no se le entristece siquiera un poco la mirada cuando ve al fiel Seymour esperando para siempre a su amo?

¡Psicópatas!

Y, bueno, pues la séptima y (parece que) última temporada juega a lo mismo, con capítulos desternillantes y otros que buscan tocar la patatita, para terminar, como era de esperar, con un final muy bonito y emotivo. Hace que entren ganas de volverla a empezar desde el principio.

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