Este fin de semana, por primera vez desde antes del confinamiento, he estado fuera de Bilbao. En una casa rural con algunos amigos del entorno jornadil, lo que hace que el evento cuente casi como jornadas de rol, pues jugar hemos jugado un rato.
El jueves, cuando llegué por la noche, cenamos y probamos el S.C.R.E.A.M, un brevísimo juego de rol que emula el género slasher y soluciona elegantemente algunos de los problemas derivados del trasladar el género a la mesa. El resultado: un festival de muertes horribles en una fábrica de cerveza construida sobre una cárcel abandonada.
Terminado el rol, pruebo el juego de mesa de Regreso al futuro, un cooperativo donde ganamos por los pelos.
El viernes por la mañana una de minijuegos, con los Tiny Epic Games, y por la tarde me lían para dirigir Pasión de las pasiones. Por la noche, como nos da pereza montar una partida de rol (nadie se ofrece), jugamos una desternillante sesión de El año tranquilo.
El sábado por la mañana por fin puedo probar la segunda edición de Séptimo Mar, que le tenía ganas, por la tarde continuamos con Pasión de las Pasiones y por la noche otro juego que tenía ganas de probar: No te duermas. Y como el sistema contemplaba expresamente que nuestro personaje podía ser absolutamente cualquier cosa, aprovecho para hablar de mi libro y me hago un operario de 2084.
Domingo por la mañana, en pleno acto de masoquismo, subida al monte, que había que bajar la cena del día anterior y por la tarde una curiosa propuesta: Parseley, un juego que simula aquellas aventuras conversacionales antiguas, pero con un director de juego, antes de jugar la partida gorda, una dura partida de Kult, la cena, con dramático resultado.
Y de ahí ya a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario