viernes, 19 de agosto de 2022

Por los pelos. Una historia de autoestima

<Inserte aquí su chiste de calvos>

Empiezo poniendo las cartas sobre la mesa: esta película es una mierda. O sea, tampoco es el horror de los horrores, pero argumentalmente no hay por dónde cogerla y es una comedia, repleta de clichés, en la que la trama se sustenta sobre la incapacidad de los protagonistas de sostener comportamientos medianamente normales, ya que si se dedicaran durante medio minuto a actuar como un ser humano más o menos funcional, no hay película. 

Pero salgo contento, pues aunque es una mierda, es exactamente el tipo de mierda que me apetecía ver (me divierten estas gilicomedias, qué se le va a hacer) y ha conseguido darme exactamente lo que le pedía: dos horas de entretenimiento.

La premisa, la que se puede deducir, un problema típico de muchos hombres al llegar a cierta edad, y que por suerte yo, que aquí no me parezco a mi señor padre (si me lee, que sepa que tiene muchas cosas que admiro y en las que me gustaría parecerme, pero justo en esta no, que estoy contento con mi pelazo). Hablo, naturalmente de la alopecia. 

Y para poner frente a esto que Goyo Jiménez llama "discapacidad capilar", los protagonoistas se van a Estambul a hacerse un implante, y allí sus historias se van cruzando de las típicas formas rocambolescas que suelen suceder en estas películas, y los enredos van moviendo la trama hasta llegar al típico final buenrollista, característico también del género, aderezando el camino con trompazos, equívocos y chistes fáciles sobre pelo y falta de.

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