martes, 6 de octubre de 2015

Dishonored

Aunque no veas a Corvo, él sí puede verte.

¿Es un juego de infiltración y sigilo? ¿Es un frenético arcade de matar todo lo que se mueve? Sí a ambas, pues Dishonored es un juego que permite jugar de ambas maneras, y cada una con distinto resultado en la historia.

El juego te pone en la piel de Corvo Attano, el guardaespaldas de la emperatriz en Dunwall, una ciudad con aires victorianos, que es víctima de un complot en el que la emperatriz es asesinada y a él se le acusa de haber perpetrado tan horrible crimen. Corvo tendrá que huir y tratar de limpiar su honor, resolviendo el enigma que está detrás de esa conspiración. El cómo lo haga queda a criterio del jugador. Como comentaba, es posible avanzar sigilosamente, sin que te vean, y no matando prácticamente a nadie, o puedes ir como un elefante en una cacharrería, no dejando títere con cabeza, sembrando el caos allá por dónde vas. Esto no es baladí, pues en función de tus actos irás conduciendo el juego hacia un ambiente más oscuro o más luminoso, y naturalmente, el final dependerá de por dónde hayas tirado, lo que le da al Dishonored un plus de rejugabilidad.

Es inevitable que recuerde, al menos un poco, a otros grandes juegos como Deus Ex o incluso Assassin´s Creed, y la jugabilidad es buena, tanto si vas fijándote en el guión, la historia, la cuidada ambientación... como si pasas de esas zarandajas y te dedicas a rebanar pescuezos por deporte. El juego tiene además muchos tesoros ocultos, y aunque carece de sistema de experiencia al uso, sí tiene unas runas con las que puedes comprar avances, y con el dinero de lo que saqueas, puedes comprar también algunas mejoras.

Un juego bastante aceptable, y al que después de haberme pasado en modo "voy y mato" ahora le daré una oportunidad en modo "pacífico sigilo", a ver qué tal aguanta una segunda pasada. La primera, desde luego, me ha gustado.

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