lunes, 19 de julio de 2010

Viaje y llegada a China

Desde tierras muy orientales escribo, mediante escriba, la entrada.

Mi periplo comienza con el autobús nocturno a Madrid (viaje que hago totalmente dormido), y ya en la estación de autobuses me encuentro con el primer gilipollas. Resulta que veo una pareja que tambié va a Barajas, y cuando voy a proponerles compartir taxi, el taxista, de malos modos me salta con "oiga, apaños como ése no se permiten, le invito a coger otro taxi". Por no discutir, y por no decirle por dónde le invito yo a meterse el taxi lo dejo correr y cojo el siguiente, que me deja en Barajas a eso de las 3 de la madrugada.

Toca esperar estoicamente, y la pronta llegada me permite ser el primero de la cola. Susto cuando no me encuentran a la primera (estaba sensible con el susto del jueves) pero lo solucionan pronto.

Llegado a Bruselas doy en juntarme con un tal Jesús, un tipo bastante simpático que también vuela a Beijing, y nos pasamos la mañana charlando y hacemos una visita a Bruselas, ciudad que él conocía por haber vivido ahí, por lo que me hace de guía.

Tras esperar unas cuántas horas, el vuelo a China, donde tengo la suerte de pillar asiento junto a salida de emergencia (en principio no me correspondía sino ventanilla, pero ponerle ojitos tiernos a la azafata me ayuda) aunque no la suerte de dormir, por lo que aprovecho para verme dos películas; Los Simpsons (ya comentada aquí) y Kung-Fu Dunk, una graciosa comedia china sobre unos monjes shaolin que juegan a baloncesto (vamos, un Shaolin Soccer pero con canastas en vez de porterías) y tras 9 horas de vuelo (que sumado a lo anterior hace ya unas cuántas) llego por fin a Beijing, donde me viene a recoger un taxi, que me conduce por fin a mi destino en Tianjin, donde por fin he podido dormir..

De Tianjin ya hablo otro día.

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