Aunque estuve más tiempo al otro lado.
Ya se han acabado las fiestas, que además este año no han terminado con la fiesta del sábado, sino que han tenido contenido dominical.
Empiezo con el día de ayer, que tenía turno de barra, hasta la 1. Un turno que fue agotador, con mucho cliente, alguna deserción de gente que hacía turno, algunas personas que se empeñan en politizar la fiesta y lo que es peor: una pelea que se produjo en la zona de Moskotarrak y que nos obligó a intervenir para pacificar a un sujeto muy borracho y violento, que no se quería marchar. Y dado que la policía no venía, teníamos que solucionar el tema. Por suerte, entre unos cuántos y hablando conseguimos calmarlo un poco y cuando la coordinadora de comparsas se hizo cargo del tema volví a la txozna, para encontrarme una barra llena de clientes pidiendo. Buena caja pero mucho agobio, que hizo que saliera del turno un tanto descojonado.
Sin embargo, era el último día y había que aprovechar, así que por ahí anduve deambulando hasta las 5 y pico, que tocó retirada. Pero ahí no acababa la fiesta.
No, pues a las 9:30 estaba de nuevo en pie, ya que tenía que ir hasta Zabalbide para ayudar con el concurso de goitibeheras (aparatos con ruedas, sin motor, que van cuesta abajo) hasta las 13 más o menos. Casi muero ahí del cansancio.
De sobremesa he podido echar una siesta, más breve de lo que me habría gustado, pues a la tarde había club del libro (mañana me extiendo más si eso) y aunque mis planes incluían acercarme a echar una mano con el desmontaje, un tirón/pinchazo en el hombro, no sé muy buen debido a qué, pero que me impedía mover bruscamente el brazo izquierdo, me ha sugerido que no era tan buena idea. Por lo que hemos bajado a ver la quema de la Marijaia y de ahí derechitos a casa.
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