jueves, 2 de enero de 2014

La vida secreta de Walter Mitty

Es un remake de una película de 1947.

De la película vieja ni idea, así que todo comentario será sobre la versión de 2013. En ella Ben Stiller es Walter Mitty, un hombre anodino que trabaja en la revista Life, y tiene la peculiaridad de viajar con su mente a todo tipo de lugares y situaciones, o como él lo llama, que "se le va la olla". Muy a lo Ally McBeal, comienza a fabularse sus propias historias, lo que a veces lleva a que no se entere de que le están hablando.

Todo comienza cuando por una mentira innecesaria del protagonista, se mete en un embrollo muy serio que le lleva a meterse en un psicodélico berenjenal.

Pero como dice la muy acertada para el trailer "Bohemian rhapsody" (de esto hablaré luego), ¿Es esto real, o es todo fantasía?, ya que esta es una de esas películas abiertas a mil y una interpretaciones. Partimos de la base de que absolutamente todo lo que pasa en la película puede ser producto de la imaginación de Walter, solo que a diferencia de la típica fórmula en la que pasan cosas y nos damos cuenta de que son mentira, aquí en muchas ocasiones partimos de la base de que no está pasando hasta que algo nos hace dudar. ¿Eh, un momento, eso era verdad? Esto tiene la parte negativa de que en algunas partes del viaje por la imaginación (¿o es la vida?) de Walter podemos sufrir el peso del ancla de la increduldiad, y aferrarnos al "esto no está pasando, no lleva a ninguna parte", por lo que es recomendable simplemente dejarse llevar y disfrutar por el camino, ya que es una película amable, con escenas divertidas (la pelea con el jefe me resultó tronchante), aunque también deja a la elección del espectador el decidir qué partes son reales y cuáles son idas de olla, o incluso idas de olla dentro de idas de olla (¿he oído Inception?).

Lo peor de esta película es el trailer, que es especialmente revelador. Muy espectacular, sí, pero revienta escenas completas, con lo que puede chafar alguna sorpresa, y en mi caso, como entre pitos y flautas he acabado viéndolo como media docena de veces, pues el primer cuarto de hora de la película me llegué a aburrir, porque ya lo había visto.

Lo había visto... o no.

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