Sigue nadando, sigue nadando...
Era reacio a esta secuela en la que temía que pudieran correr el riesgo de estirar demasiado el mismo chiste para ofrecer un spinoff innecesario en el que Pixar mostrara su lado menos bueno, pero me equivocaba. La secuela de Buscando a Nemo no tiene nada que envidiar a su antecesora y tiene, aparte del obvio espectáculo técnico que siempre nos ofrece esta compañía, momentos entrañables, una trama entretenida, secundarios molones y mucho, mucho humor.
Fiel al esquema de la primera, repite la idea de pez que se pierde y hay que ir a buscarlo, siendo en este caso Dory, la desmemoriada pez azul la que se pierde, esta vez en un acuario donde va a buscar su pasado, y hay que ir a buscarla. Ahí, se encuentran con todo tipo de personajes, entre los que cabe destacar al pulpo Hank, uno de los más divertidos de Pixar, y todo un elenco de bichos majos, como el tiburón ballena, la beluga, los leones marinos, las nutrias... ¡festival de abrazos!
Una muy divertida película de aventuras con mucho espacio para la risa, pero como a Pixar le gusta ser emotiva, aunque aquí no llega a tocar la patata como en otras, ofrece también sus momentos tiernos, como todos los flashbacks de la infancia de Dory, que son sencillamente adorables.
Pezqueñines no, gracias.
Naturalmente, no podía terminar la entrada sin hablar de "Piper", el fabuloso corto que acompaña a la película, y que ya de por sí justificaría el precio de la entrada. Porque si "Buscando a Dory" es una buena película de Pixar, posiblemente "Piper" sea uno de los mejores cortos que han sacado, y a nivel técnico es de quitarse el sombrero.
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