Recién venida de los 80.
Esta serie es una buena demostración de que no se necesita haber sido creada entre 1980 y 1989 para ser una serie genuinamente ochentera, ya que no solo está ambientada en esa época, sino que capta perfectamente el ambiente y la estética de películas juveniles como E.T. o Los Goonies, consiguiendo lo que anteriormente había intentado (en mi opinión sin lograrlo) la película Super 8.
La serie nos cuenta un misterio que rodea a un pequeño pueblo de Indiana, en el que un misterioso experimento que parece salir mal en un laboratorio secreto se conecta con la extraña desaparición de un niño y se crea una trama que se va resolviendo poco a poco. Los protagonistas son los amigos del niño desaparecido, y aquí uno de los grandes méritos de la serie, que la protagonizan niños y no solo no los quieres matar, sino que consigue que caigan bien desde el principio. Ya en su primera escena salen jugando a rol, lo que ayuda a que el espectador friki conecte con ellos en cuanto aparecen.
Un misterio muy turbio, un ambiente muy logrado, personajes interesantes (hasta los secundarios tienen su encanto), con muy buenas actuaciones y malos muy malos, con un acertado uso de los clichés del género que nos transporta perfectamente a la época y consigue mantener el interés por la serie, de la que creo que no se exagera cuando se dice que es uno de los bombazos del verano.
La serie se puede ver prácticamente del tirón (son solo 8 capítulos, de menos de una hora) aunque al acabar nos dejará esa sensación de "cabrones", pues no son pocos los cabos argumentales que deja sueltos, lo que hace desear que llegue ya la segunda temporada. Sin duda, una serie completamente recomendable para cualquiera que fuera niño o adolescente en los 80.
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