Merde, derrière, pet, pipi.
Decepcionante tercera entrega de las andanzas de Godofredo de Miramonte y su lacayo Delcojón, dos personajes medievales que viajan por el tiempo y que en las dos primeras películas van al Siglo XX, encontrándose aquí en un periodo tan relevante para su país como lo fue la Revolución Francesa.
Las dos primeras me gustaron mucho, pero esta, la verdad, me ha parecido mucho más pobre. Es difícil saber hasta qué punto influye que las otras las viera con veinte años y mi humor y nivel de exigencia cinematográfica haya evolucionado (¿En serio, Jokin? ¿todavía te crees que tienes criterio?), que usar ahora el mismo tipo de humor que a finales de los 90 ya no rompa tanto, o, asumamos la realidad, que es peor y punto.
A ver, las anteriores no es que fueran un alarde, pero eran graciosas. El choque cultural de dos cazurros medievales en la era contemporánea y todos los equívocos que eso generaba eran graciosos, un rato. Incluso la secuela, aun siendo más de lo mismo, tenía su gracia (yo recuerdo haberme reído). Pero aquí se va al siglo XVIII y carece del encanto de las anteriores. Su exceso de brocha gorda y sus múltiples chistes de heces y porrazos ven pronto diluida la gracia que pudieran tener.
Tampoco encandilan los personajes históricos, excesivamente paródicos, que se dejan ver en la película, aunque admito que me hizo cierta gracia la primeva vez que aparece Jean-Paul Marat y su permanente necesidad de bañarse (esta sí justificada por motivos históricos).
La película patina bastante, y donde más patina es en su cierre, pues consigue dar un giro simpático, abriendo una puerta a una (por otra parte innecesaria) secuela, pero que habría sido un buen final si queda ahí y termina la película. Pero se empeña en intentar desarrollar, de forma chapucera, la idea, quedándose a medio gas y dejándola a mitad de la idea. De manera que los últimos minutos de la película no solo son innecesarios, pues no aportan nada, sino que además estropean el que podría haber sido un digno (aunque no por ello original) final.
Por decir algo positivo, que dentro del despropósito la película tiene sus ratos entretenidos, y la excusa, simple pero eficaz, que buscan para justificar que los personajes hayan envejecido 18 años (la anterior película data de 1998) de forma tan repentina.
Pero en general, una película prescindible.
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