lunes, 12 de septiembre de 2016

Tarde para la ira

La furia del hombre calmado.

Raúl Arévalo es uno de mis actores favoritos, uno de los que me arrastran a la sala de cine por su mera presencia y aquí debuta como director, con una ópera prima de gran factura en la que brillan dos monstruos de la interpretación como el siempre eficaz Antonio de la Torre y en especial Luis Callejo, al que no tenía tan cogida la matrícula pero que aquí está inmenso.

Y muy bueno es el nivel de esta película en la que se nota que el director ha puesto mucho mimo y esmero, con una fotografía trabajada y un cuidado uso del costumbrismo con el que traslada esta historia de odio y de venganza, con algunos aires de road movie, en un entorno que resulta muy cercano y asequible.

Cuenta la búsqueda de un hombre que busca su pasado, cruzándola con la de otro que trata de desprenderse de él, con una tensión que durante la mayor parte de la película casi parece que se puede masticar, ante esa bomba de relojería que es el protagonista, que nunca parece perder los nervios, hasta que explota y los pierde, de forma brutal y sin florituras, con una venganza seca y cruda. No hay música de sintetizador ni luces bonitas, solo la crueldad del ser humano que lo ha perdido todo.

En este sentido hay que aplaudir el trabajo de dirección y fotografía, que consigue empezar la película con una bofetada al espectador (pocas veces una colisión entre vehículos en pantalla me había dolido tanto) y luego sigue con la tensión que comentábamos arriba.

Toca, aunque haciendo un esfuerzo para no caer en spoilers, hablar del final, y es que me despierta sentimientos encontrados. No me termina de convencer, al encontrarle cierto regusto a coitus interruptus, pero también es cierto que la película muere como vive; una vez cuenta lo que tenía que contar se va por donde ha venido sin alargarla más de lo necesario, y tampoco podría decir que no es un cierre adecuado.

Se le pueden poner, claro, pegas, entre ellas algo que se critica mucho al cine español y a la HBO, pero como comienzo de la que puede ser una espectacular carrera como director, la nota de Raúl Arévalo es muy alta. Ha venido a hacer CINE, y se nota.

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