Ver crecer la hierba: la película.
Voy a empezar reconociendo que no soy especialmente admirador de la Blade Runner original de 1982. O sea, está bien, pero no es una película que pondría en una de mis listas de favoritas. De ahí que esta secuela no me llamara especialmente la atención, y si la fui a ver es simplemente porque me propusieron unos amigos ir a verla en grupo.
A veces el instinto que nos dice si una película nos va a gustar o no acierta, y por desgracia aquí ese chip que me decía "esta igual me la salto" tenía razón, pues si una sensación me deja Blade Runner 2049 es la de sopor.
Visualmente está muy lograda, y tiene una fotografía fascinante, que respeta a la vez que moderniza el material original, y la historia que nos cuenta está bastante bien. Además, también nos deja detalles interesantes sobre el mundo en el que se desarrolla. ¿El problema? El ritmo, lento, plomizo y soporífero, que hace que en una película que dura casi tres horas, te pases los últimos 60 minutos ya deseando que se acabe, a pesar de que por el camino haya alguna escena interesante. Pero abusa de planos largos y monótonos, que incentivan a la desconexión mental.
Si hubieran renunciado a hacer una película tan larga y hubieran reducido el metraje, quitando planos y tal vez escenas que poco aportan, habría quedado una película bastante apañada, que cuenta con elementos francamente interesantes, pero el resultado es una terapia de sueño que aburre a las ovejas, al pastor, al lobo y al inspector municipal de agricultura y ganadería.
Por otra parte, alguien debería decirle al entrenador de musculación de Ryan Gosling que el cuerpo humano también tiene músculos por encima del cuello. Es difícil ser más inexpresivo.
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