Con los vendajes, recién salido del hospital.
Hace algo más de tres semanas el móvil me dio un susto gordo. Era jueves a la noche y yo el viernes partía hacia Toledo, para el Cónclave de Tinieblas. Llego a casa y el móvil está a un 22% de batería, todo normal. Pero lo enchufo y el pilotito de carga está intermitente... no cargaba. Ya llevaba unas semanas funcionando mal y se había terminado de morir. Sudores fríos al verme en la tesitura, no ya de estar todo el fin de semana en Vitoria, sino de que a la mañana siguiente había quedado, en Vitoria, con gente a la que no conocía, para ir a Toledo en coche.
El móvil viejo no era una opción, pues tengo microsim y este era de minisim. Pruebo a enchufar con otros cargadores y nada, mientras la batería seguía su inexorable bajada. Por fin, con un cable viejo, y poniendo el móvil en posición acrobática, consigo que cargue. Salvado.
Evidentemente, a la vuelta lo llevo a la tienda de Euskaltel, que lo compré en marzo y estaba en garantía. Y por fin, tras 3 semanas con el móvil viejo (ahí me facilitaron un adaptador para el tema de la SIM), tengo el mío bueno.
Eso sí, a todos los efectos negativos es como tener un móvil nuevo, pues me lo han formateado y requeteformateado, por lo que me he tirado toda la tarde reconfigurando, y las conversaciones de Whatsapp de marzo a octubre quedan perdidas para siempre en el limbo de Internet. Pero ya tengo mi teléfono, que irme a Munich con el viejo me daba cosica.
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