sábado, 21 de julio de 2018

Jurassic World 2: El reino caído

Aunque esta imagen es de Jurassic Park, define muy bien esta nueva película.

Bien. Creo que mi opinión ya ha quedado clara, ahora tendré que explicar, con spoilers, los porqués.

Aquí la excusa que usan para volver a Isla Nublar es que una erupción volcánica va a arrasar con todo y va a volver a extinguir a los bichosaurios de la isla, lo que promueve todo un debate social sobre si habría que salvarlos o abandonarnos a su suerte, y se acaba montando una partida de rescate para volver a la isla. Y en esa partida de rescate va Owen (Chris Pratt), que quiere salvar a su velocirraptora mascota "Blue", y nos cuentan que los velocirraptores son potencialmente el segundo animal más inteligente de la tierra (¡reptiles prehistóricos superinteligentes, toma ya!). Eso ya nos da una pista del rigor sobre etología y ciencia en general que va a tener la película.

Una vez en la isla, los mercenarios contratados para salvar dinosaurios son realmente una banda de aquejados por una severa diversidad funcional cognitiva que se dedican a secuestrar dinosaurios para subastarlos a ricos postores. Así que una vez consiguen que el informático del grupo les encuentre los dinosaurios más caros, abandonan a los protagonistas a su suerte y se van en su barco.

Por suerte (para ellos, pero por desgracia para el espectador) los protagonistas, entre cuyas capacidades está la de pasear a pocos centímetros de la lava sin ni siquiera sudar, se cuelan en el barco que les lleva a la mansión donde los malos quieren subastar los dinosaurios.

Ya está, eso es todo el parque. Todo se desarrolla en otro sitio. Y si algo nos demostró Parque Jurásico 2 es que sacar a los dinosaurios de la isla: MAL. 

A esto, claro, hay que añadir el ritmo plomizo y la falta de carisma de los personajes (Bryce Dallas Howard podría ser reemplazada digitalmente por una planta de interior, y nadie se daría cuenta) que la película lleva rato sufriendo, pero todavía queda un rato, y muchos absurdos por sufrir.

Entre ellos, uno glorioso, cuando para salvar a la velocirraptora de morir desangrada de un disparo tienen que practicarle una transfusión... de sangre de tiranosaurio. ¡Con dos cojones, claro que sí! O que el poderoso plan de los malos sea vender el Indorraptor, un dinosaurio creado con genes de varios dinosaurios, que lo mismo es la máquina de guerra perfecta que te hace la declaración de la renta o te fríe un par de huevos, pues es megainteligente. 

Y, claro, ¿qué pasa si metes un montón de dinosaurios salvajes enjaulados en una mansión llena de tipejos sin cerebro y sin escrúpulos? Pues que inexorablemente se escapan y se arma la marimorena, con gente muriendo de forma ridícula por todas partes, salvo los protas. Y evidentemente se escapa el Indoraptor, ese bicho temible, evolución del Velocirraptor, del Tiranosaurio y si te descuidas hasta de Pikachu, cuya inteligencia le permite abrir discretamente pestillos pero ser una máquina temible de matar no le impide morir de forma estúpida al caer desde unos 9-10 metros. ¿Así que esta era la bioarma definitiva que iba a revolucionar la guerra? Supongo que sería matando a los enemigos de risa.

¡Pero no se vayan, amiguitos, aún hay más! 

Con la crisis más o menos resuelta, tienen que decidir qué hacen con los dinosaurios, y ahí están con su conflicto ético de si dejar que mueran o soltarlos (lo de condenar a la humanidad en el proceso ya tal) y la niña clon (no he hablado de ella antes porque si en su lugar ponen una pulsera de macramé, la película es la misma) aparece para dar el botón, liberando así unos cuántos dinosaurios, que alegremente invaden el planeta, abriendo así la puerta al comienzo de una nueva saga que sea como "El planeta de los simios", pero con dinosaurios.

Recojo mi cerebro del rincón de llorar y me voy. ¿Por qué, Bayona, por qué?

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