martes, 10 de julio de 2018

Vuelta de Milan (2)

Como vista desde lo alto.

Seguimos con la ruta de Milan. El domingo por la mañana nos levantamos y, guiados por SC, nos vamos a la estación de tren, para ir a ver el lago Como, que nos conduce a la estación y nos deja libres. Sin embargo, la conexión autobús-metro hace que lleguemos poco después de que se largue el tren, lo que nos tiene casi una hora esperando, hora durante la cual nos acercamos a ver de nuevo el castillo Sforza.

Por fin llega el tran, y ahí que vamos, como sardinas, hasta Como. Mucha gente, mucho calor y mucho ambientazo (con torneo de baloncesto callejero incluido). Ahí, tras hacer cola bajo el sol, compramos los tickets para el ferry y nos vamos a devorar unas porciones de pizza.

Una hora de ferry más tarde, llegamos al agradable pueblo de Bellagio, donde comemos (¡sorpresa, más pizza!), damos un paseo y al mirar los horarios de autobuses vemos que solo hay cada hora. Algo de agobio hace coger el autobús de vuelta a Como. Horrible hora y pico de autobús y curvas.

Llegamos a Como y aprovechamos para coger el funicular, para subir arriba y disfrutar de las fabulosas vistas. Esa parte bien, pero al bajar, una cola terrible nos hace tener que esperar más de lo previsto.

Una vez abajo, serían como las 7 de la tarde, nos vamos a dar un baño en el lago. Agua fría, y no muy limpia. Pero con el calorazo, se agradece. Tras el baño, damos un paseo por el pueblo y apuramos hasta el último tren, el de las 22:16, para estar por ahí y cenar... sí, pizza.

En el tren vamos cómodamente, hasta que en Saronno, que ni siquiera es Milan, se para y tenemos que hacer trasbordo, con un tren que llega con retraso. Pero por fin llegamos a Milan, y un taxi nos lleva a casa, donde los mosquitos nos esperaban con las alas abiertas.

Una masacre de mosquitos antes de ir a dormir no impide que nos cosan a picaduras, y que el lunes amanezcamos con extremidades hechas un cisco. Desayunamos, hacemos las maletas y nos vamos con SM y SC a tomar algo en el centro antes de ir hacia el aeropuerto.

En el aeropuerto pasamos el control de seguridad, comemos y, contra todo pronóstico, el avión sale a su hora y llega a Bilbao sin retraso, a pesar de viajar en él SN. 

Y eso ha sido, más o menos, la escapada a Milan.

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