lunes, 30 de julio de 2018

La primera purga: La noche de las bestias

Yo también siento una cierta dualidad.

Uno está preparado para enfrentarse a la tesitura de ir al cine a ver una mierda de película y encontrarse con una mierda de película, o incluso a veces de ver algo peor que lo que esperaba ver. Pero lo que resulta confuso es cuando uno va al cine esperando ver una basura y se encuentra con algo que es cuando menos correcto.

Vale, esto va de la saga de La Purga, a la que me gusta mucho atizar. Con una premisa ridícula nos plantaban una película más o menos de terror de home invasion, la secuela, algo más aceptable (pero poco) se convertía en un correcalles sin mucho sentido (aunque introducía elementos interesantes) y la tercera era un poco despropósito, la verdad.

Con esas credenciales no debe sorprender que mis expectativas no solo fueran bajas sino que además iba al cine con cierta maldad, frotándome las manos ante la expectativa de poner a bajar de un burro otra ponzoña sin sentido. 

Pero no. La película no solo resulta una aceptable película de acción (con sus miserias y algunos clichés del género, pero un blockbuster funcional), sino que consigue, en su intento de expandir su propio universo, arreglar algunos de sus propios desbarajustes, haciendo que su planteamiento tenga sentido, hasta el punto que de alguna manera soluciona muchos problemas de los que adolecía y logra ofrecer una distopía más o menos creíble.

Siguiendo en la línea de lo que sugería la secuela (Anarchy), nos muestra esta siniestra purga como una medida que toman los poderosos, alentados por la extrema derecha más Trumposa (aplaudan mi ingenio por el juego de palabras, por favor), para quitarse descaradamente de en medio a los elementos más pobres de la sociedad, y cómo usa la maquinaria propagandística para vender a la sociedad la moto de que es algo positivo, y las triquiñuelas de las que se valen para que funcione algo así. Casi da miedo pensar que tal y como lo plantean, hay gente que sí reaccionaría como en la película. 

Así, sin ser una película redonda, la precuela de La Purga viene a tapar muchos agujeros y nos lleva a la conclusión de que si hacemos como si la película original de La Purga nunca hubiera existido, la saga gana coherencia.

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