sábado, 7 de septiembre de 2019

Érase una vez en Hollywood

Tarantino en estado puro.

Tarantino, en su salsa. Ojo, que aunque a mí me ha gustado mucho entiendo que es una apuesta muy arriesgada y puede llegar a horrorizar. Puede horrorizar porque aquí Tarantino pone en pantalla todos sus fetiches y da el 100% con su marca de la casa, que es hacer que durante la mayor parte de la película no pase absolutamente nada, y gran parte de sus casi 3 horas sean planos lentos, muy lentos, un guiso que se cuece a fuego muy bajo.

Pero lo hace muy bien, porque utiliza el lenguaje cinematográfico y visual de forma maravillosa, jugando con ese costumbrismo y ese estilo autorreferencial que usa como solo él sabe usarlo, y además sabe perfectamente jugar con el espectador, conduciéndole por donde quiere. Te sugiere el final del camino, sabe que va a llegar y quiere regodearse con el paisaje. Todo hasta que en un momento el silbido de la olla exprés haga "pííí" y el plato esté listo para servirse.

Con una fotografía excelente, que recrea ese lujo decadente de Hollywood, esos personajes históricos recreados a la perfección (Bruce Lee y Steve McQueen son maravillosos) nos cuenta la historia de auge y caída del actor, pero nos lo cuenta como parte del todo, pues esto no va de lo que nos cuenta, sino de cómo nos lo cuenta. Simplemente recorta un trozo de la foto y nos lo enseña.

Una música soberbia y unos reparto de campanillas, con actores que se comen la pantalla, haciendo que los largos momentos de no pasar nada se puedan llevar bien, porque nos traslada de verdad a ese mundo, y consigue que disfrutemos la espera hasta poder ver cuándo va a saltar ese Tarantino gamberro y ultraviolento. Porque el espectador que va a ver esto sabe que va a ser así, pero no cuándo ni como.

Tampoco faltan, como decía, los iconos de Tarantino. No faltan pies descalzos (de Margaret Qualley mejor no digo nada) y tampoco faltan los homenajes de Tarantino a sus queridos stuntmen (dobles de actores) o la figura del actor acabado, que tan bien ha sabido resucitar muchas veces. 

Una película que da la sensación de ser lo que Tarantino llevaba tiempo queriendo hacer, una película como medio para contar varias historias de una manera muy particular, y que se nota que ha disfrutado haciendo. Pero ojo, así como digo que a mí me ha encantado, es perfectamente entendible que haya quien la considere un tostón. Yo confieso que un poquito más corta sí la habría preferido, pero en general me ha entusiasmado.  

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