Secuela de Objetivo: Londres, por lo que podemos esperar una película con una gran carga intelectual, personajes profundos y trabajados, y una compleja trama geopolítica que... ¡tiros, explosiones, persecuciones, más tiros!
Vamos a ver, es lo que yo esperaba, una película de acción en la que Gerard Butler, en la piel de su alter ego Mike Banning resuelva la acción a tiros y desmantele terribles conspiraciones de terrorismo internacional.
En esta ocasión, Banning va a ser ascendido a jefe de seguridad del presidente de los EEUU (que es Morgan Freeman, lo que ya le da un caché), con tan mala suerte de que el mismo día en el que le proponen para el cargo, unos terroristas arman la marimorena, se cargan a medio servicio secreto y solo sobreviven al atentado el presidente, que se queda en coma y él. Pero para que se le termine de fastidiar el día, los malos trampean pruebas para que parezca que ha sido Banning, y se convierte en un fugitivo que tiene que operar al margen de la ley.
No es una película con grandes sorpresas, y las pocas que hay se ven venir en el minuto uno (malos con cara de malo, como tiene que ser) y se regodea en sus propios clichés, algunos de los cuales quedarían ridículos si no fuera porque es precisamente lo que uno tiene que saber que va a ver.
Cine palomitero a más no poder, y quedo muy contento, pues debo decir me gustan las películas que son honestas, porque me dan lo que me prometen. Es el caso de Washington DC, una película de acción muy del estilo del cine de acción de los 90, que siempre me ha hecho tilín.
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