Inserte aquí su chiste sobre cocaína.
La nueva película de Disney ha llegado a los cines sin hacer demasiado ruido (y suerte que ha llegado a los cines) y, aunque no esperaba gran cosa de ella, debo decir que salgo gratamente sorprendido.
En un mundo imaginario, refrito de culturas del Sudeste Asiático, cuenta la leyenda que los dragones dieron su vida para salvar a los humanos de una terrible amenaza, pero esa guerra hizo que el reino se fragmentara en cinco.
Y todo marchaba relativamente bien hasta que empezó a marchar desastrosamente mal cuando algo hace que esta paz se perturbe, mande todo al carajo y convierta el mundo en un erial postapocalíptico, que la princesa Raya quiere solucionar, buscando los fragmentos de la bola del dragón (no me miréis, es literal), cada uno en un reino, y así conseguir la ayuda de la legendaria dragona Sisu para que todo vuelva a ser feliz.
Su camino será básicamente una película de aventuras, en las que irá formando un grupo de lo más variopinto con la gente que se va encontrando por el camino y con el que irá viviendo una odisea que, usando bien los clichés del género, con homenajes muy evidentes a Indiana Jones o las películas de atracos, será muy divertida y trepìdante. Y, por supuesto, emotiva y llena de momentos simpáticos.
A esto unimos bun mensaje muy buenrollista y necesario sobre la confianza y la tolerancia, un nivel gráfico que, sin que sea sorpresa, no baja del sonresaliente y tenemos una película muy recomendable.
Pero si Raya y el último dragón está bien, lo que de verdad hace que merezca la pena acercarse a una sala de cine para verla es la proyección de Us Again, el corto que la precede, que es una auténtica maravilla y una preciosidad de las de hacer saltar las lágrimas. De lo mejor que ha hecho Disney.
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