Estaba yo hoy en el trabajo, cuando a media mañana me llaman del seguro de la comunidad. Me indican que a un vecino de abajo le está entrando agua y los fontaneros tienen que acceder a mi casa.
Ventajas de vivir cerca, salgo corriendo con el terror a la idea de haberme dejado un grifo abierto, pero por suerte la cosa, aunque fea, no era tan alarmante. La cosa es que la bajante de agua pierde agua en alguno de los pisos y tienen que picar en todos para localizar la fuga. Y parece ser que dicha fuga está entre mi casa y el piso de abajo.
Lo peor es que mañana tienen que venir a rematar la faena, pues hoy no les daba tiempo, de modo que me tendré que gastar un día de vacaciones en una actividad tan apasionante como la de custodiar fontaneros.
Al menos no ha sido lo del grifo, eso sí.
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