Parece que la semana va de actores noveles. Si el lunes hablaba de Owen Cooper en Adolescencia, hoy toca hablar de Jordi Catalán, el niño que da vida al protagonista de la nueva película de Javier Ruiz Caldera.
Con un esquema nada novedoso, que puede recordar a la reciente Sin instrucciones, esto va de que Carles (Miki Esparbé) descubre que tiene que hacerse cargo de un hijo del que no ha sabido nada en sus diez años de vida, lo que cambiará completamente sus dinámicas y, para sorpresa de nadie, acabarán haciéndose imprescindibles el uno para el otro. Aquí añadimos que Wolfgang tiene un CI de 152 y un trastorno de espectro autista (concretamente Asperger), lo que dificultará enormenente la convivencia. No soy quién para determinar si el Asperger está bien tratado en la película o no, pero lo cierto es que la intepretación del chaval me ha parecido muy lograda y transmite las sensaciones que parece que pretende transmitir (preciosa la escena final del piano).
En cuanto a la película, ni es ni pretende ser un alarde de originalidad, pero es una historia tierna, humana y con un final muy bonito, que nos lanza además un mensaje muy positivo sobre la gestión del duelo y los traumas, que hace que merezca la pena.
Un claro caso de "veo el trailer y resuelvo panel", pero bien hecha. Lo que sí me dio rabia fue descubrir, ya en el cine, que el idioma original es el catalán y la echaban doblada, lo que cuando se trata de cine español me saca bastante.
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