Rubén Domínguez se disfrazó de francotirador, para apuntillar al Girona.
Lo del carnaval es un decir, porque en realidad ni me disfracé ni nada, pero lo de victorioso es más cierto, pues además del baloncesto toca hablar de que el viernes por la tarde jugué, con sendas victorias a Golem (aunque aquí me quito mérito, pues era la primera partida para todos menos para mí y eso es una ventaja muy gorda) 7 wonders (aquí sí tiene algo más de mérito, que llevaba mucho sin jugar y lo hice con bastante claridad) y Código Secreto, donde hay que decir que la suerte jugó un papel importante.
El sábado sí que fue un poco carnavalesco, pues aunque yo no me disfracé mi señora novia sí, y salí un rato con ella y sus amigas a una sesión de pintxopote. Para la hora de comer me retiré a casa y por la tarde improvisada sesión de rol, en una peculiar ambientación mitad distopía retrofuturista mitad Superlópez (literal). Por la noche cine, con Amenaza en el aire, ya comentada.
Domingo por la mañana, cita clave en Miribilla. Había miedo, no por el rival sino porque perder implicaba meterse en serios problemas clasificatorios. Afortunadamente Girona ha sido un rival muy flojo y pese a una engañosa igualdad en el marcador a mí en todo momento me ha dado la impresión de que Bilbao Basket era muy superior y ni cuando se han puesto 4 puntos arriba he temido por la victoria. Por eso me ha sorprendido poco que se haya ganado y recuperado el average, pues este Girona me ha parecido muy flojo.
Luego a comer al Udon y paseo turístico-cultural con mi señora novia por Bilbao, visto de una forma diferente, de la que mañana hablaré.
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