Haría la gracieta con el talento y el atractivo físico de Ester Expósito, pero es que la película va un poco de eso.
Pues esto va de que Ester Expósito es Elsa, una niña rica que va al cumpleaños de su amiga Idoia (Mirela Balic) en un hotel repleto de ricos herederos y cayetanos, en lo que bien podría ser un spinoff de Elite.
La cuestión es que Elsa es una talentosa chelista que va a presentarse a las pruebas para un conservatorio de alto copete en Viena, pero cuando está en la fiesta descubre que sus padres están arruinados y tiene que pedir sopitas al padre muchimillonario de su amiga, que le dice que vale, pero a cambio de una proposición indecente (guiño, guiño).
Así, entre el dilema moral al que se enfrenta y el viaje por el ecosistema de niñis pijos, a cual más abofeteable, discurre la película de forma ágil e interesante, cimentada por las buenas actuaciones de Ester Expósito y Pedro Casablanc.
¿El problema? El final parece atropellado y nos presenta más incógnitas que las que resuelve, sin llegar a entenderse del todo y dando un poco la sensación de que todo era la excusa para el Mcguffin de si se le llega a ver el culo a la protagonista (spoiler: sí).
Entonces, ¿he disfrutado viéndola? Sí, bastante. ¿Me ha dejado regusto a tomadura de pelo su final? Me temo que un poco sí. Aprueba sin problemas, pero con un final digno habría puntuado mucho más alto.
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