De domingo a jueves: nada de esto.
Una bebida a la que le doy bastante, tanto que suele ser mi opción por defecto, es la Coca-Cola Zero. Siendo consciente de que no es del todo sana, no es raro que caiga de media un litro al día. O lo ha venido siendo hasta que en agosto me dije "vamos a cortarnos un poco" y decidí cambiar un poco de hábito. Sé que no es una adicción, cosa que pude comprobar hace unos años cuando me tiré un mes sin beber nada con gas, de modo que sabía que ahora no iba a ser complicado.
Efectivamente, aunque al principio se me hacía un poco raro, no me costó demasiado y en agosto apenas bebí (en todo el mes puede que no haya llegado a 5 litros) y me he propuesto no volver a beberla si al día siguiente tengo que madrugar, que la cafeína no es que ayude a dormir bien y ya enganchaba demasiadas noches de insomnio.
Me ha costado muy poco, he de decir, aunque no por ello he querido renunciar al estímulo positivo. Por eso, cada día de trabajo que hago el descanso y no me tomo una, meto en una huchita que tengo en la oficina el equivalente a la botella que me solía coger. No me dará para comprar otro piso con eso, pero se agradece sacar ese dinerito a fin de mes.
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