miércoles, 6 de abril de 2011

Eau du mostrateur

Bomba fétida de peluche.

Alguna vez he comentado por aquí el, por decirlo de alguna forma, escaso cuidado personal en el aseo que muestran algunos usuarios, y cómo a veces agradezco tener tan mal olfato, rozando la anosmia.

Como en todo, algunos son peores que otros, y los hay que huelen como si los acabasen de desenterrar. Por suerte son los menos (el 99% restamte son personas normales, pero como siempre, aquí prefiero hablar del 1% discordante), y cuando vienen se nota, pues ver a la gente apartarse a su paso recuerda a la escena en la que Moisés abría las aguas.

Pues creo que el récord ha sido batido. Ayer una compañera subía del mostrador quejándose del olor de uno individuo que había aparecido en el mostrador, con un olor terriblemente nauseabundo, de lo peor que había olido en su vida, y que en los 20 minutos que había estado ahí, casi le provoca varios infartos, 7 aneurismas, dos anginas de pecho y varias arcadas.

Hoy ese usuario ha tenido a bien venir hoy otra vez, y aunqe yo no lo he tenido que atender, pues he bajado en segundo turno, se notaba su reguero, ya que cuando hemos bajado había impregnado la sala, con un increible olor a amoniaco concentrado, realmente mareante, y que ha requerido de un uso generoso de ambientador para taparlo.

Diría que es el usuario que más repugnancia me ha producido hoy, pero mentiría.

El causante, un individuo que venía a hacer su gestión, y ya de primeras ha intentado colarse. Las dos mujeres que estaban delante de él, de nacionalidad nigerina, han increpado su tentativa de colarse y él ha empezado a despotricar contra ellas, que si "venís en patera", que si "muertas de hambre" o lindezas peores, de contenido marcadamente racista y xenófobo. Presumiendo de ser autóctono y censurando que ellas vienen de fuera a robar y a vivir de los demás. "Yo soy español y vizcaíno", rebuznaba feliz.

Hago notar que este tipejo lleva toda su vida viviendo de las ayudas sociales, y que con 30 años no ha trabajado ni cotizado un solo día.

Aún me duele la lengua de mordérmela.

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