Ayer se celebró el día del helado gratis, una tradicional cita en la que un grupo de frikis toma al asalto el centro comercial Zubiarte y se pasa ahí el día haciendo cola para comer helado gratis. Mucho helado gratis.
Otros años había dejado la marca muy alta, y este año quería batir mi propio record. Era difícil, y sabía que me costaría un esfuerzo. Pero aunque la marca era ambiciosa, logré cumplirla con solvencia.
Y la cantidad fue de cero helados. Así es. Me planteé como reto ir y no comer ningún helado, solo para comprobar si era capaz de hacerlo, y pude. De hecho, no me costó ningún esfuerzo, y pasé la tarde divertidamente, sobre todo jugando al come-caca-gato, convertido ayer en come-caca-gratis.
Y lo mejor, es que mi estómago agradeció por la noche la cantidad de helados ingeridos.
Otros años había dejado la marca muy alta, y este año quería batir mi propio record. Era difícil, y sabía que me costaría un esfuerzo. Pero aunque la marca era ambiciosa, logré cumplirla con solvencia.
Y la cantidad fue de cero helados. Así es. Me planteé como reto ir y no comer ningún helado, solo para comprobar si era capaz de hacerlo, y pude. De hecho, no me costó ningún esfuerzo, y pasé la tarde divertidamente, sobre todo jugando al come-caca-gato, convertido ayer en come-caca-gratis.
Y lo mejor, es que mi estómago agradeció por la noche la cantidad de helados ingeridos.
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