Otro día, el curso de torero.
Hoy ha tocado repetir un curso que ya hice hace casi 6 años, el curso de prevención y extinción de incendios, curso que implica ir hasta Ispaster (allá por la Bizkaia profunda) y vestirse de bombero para luchar contra el fuego en sus diversas formas.
La parte mala es la de ir, una hora y pico de viaje y volver, otro tanto. En una con el sueño y en otra con cansancio y hambre. Pero tiene su gracia, ya que sirve para romper la rutina, aparte de servir para aprender (en este caso refrescar) cosas útiles. Además, esta vez me ha gustado más que la otra vez, ya que los instructores eran muy buenos y el curso incluía algún ejercicio nuevo con respecto a la otra edición, como el de entrar, manguera en ristre, en una habitación en llamas.
La parte mala, como he mencionado, el viaje de vuelta, con sueño, hambre y ganas de llegar.
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