lunes, 11 de abril de 2016

Objetivo: Londres

Londinenses, ¿cuál es vuestra profesión? ¡Ahú, ahú, ahú!

Secuela palomitera de la presumiblemente también palomitera "Objetivo: La Casa Blanca", que no vi, lo que me puede haber impedido captar las complejas implicaciones de una trama elaborada, aunque no apostaría por ello.Objetivo: Londres es un intento de película de acción al estilo noventero, con mucha persecución, mucho disparo, un protagonista (Gerard Butler) capaz de enfrentarse él solo a todo el terrorismo internacional y su compinche (Aaron Eckhart), un presidente de los Estados Unidos de valores morales incuestionables y una capacidad de matar que también está a la altura de las circunstancias.

El argumento, muy de actualidad, gira alrededor del atentado megamasivo que se produce en Londres, coincidiendo con un funeral de Estado al que acuden diversos dignatarios mundiales, y podemos ver morir, entre otros a Angela Merkel o Silvio Berlusconi (con nombre distinto pero es tan jodidamente obvio que son ellos...) y uno se plantea si lo que tenemos es un descarado panfleto propagandístico (¡temed, ciudadanos, temed por el terrorismo y sed fieles ovejas!) o una crítica sutil (hay terrorismo porque hay grupos interesados en el dinero e influencia que generan el tráfico de terror), pero lo más seguro es que sea simplemente la excusa para poner en práctica una ensalada de tiros con la excusa de un plan tan poco verosímil como espectacular. ¡Y, por supuesto, una nueva excusa para que los Estados Unidos vuelvan a salvar el culo de los ingleses!

Cinematográficamente hablando, pues lo que cabe esperar. Trama insustancial e insostenible, personajes planos y situaciones repletas de clichés y topicazos del género, con una dirección visualmente confusa (me hizo gracia una crítica que decía que deja a Michael Bay a la altura de Kurosawa) y tiros y explosiones a mansalva. Ahora bien, si para el espectador que tenga claro qué va a ver y no tenga más pretensiones que las de presenciar un esperpento de acción palomitera, no se horrorizará en exceso. En ese sentido, mal que bien, cumple. Ahora bien, se ruega a los espectadores que apaguen sus cerebros al entrar.

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